Noelya Collon y Kyla Hagge, de SDG&E, están rompiendo barreras como la primera y segunda mujeres soldadoras en la historia de la empresa. Sus trayectorias ejemplifican el poder de la perseverancia, la tutoría y el apoyo de la comunidad. En consonancia con el tema del Mes de la Historia de la Mujer de este año, “¡Avanzando juntas! Mujeres que educan e inspiran a generaciones”, sus historias resaltan el poder de las mujeres como mentoras, líderes y pioneras.
Soldando su camino

Noelya Collon comenzó a trabajar en SDG&E sin ningún conocimiento previo del mundo de los servicios públicos, pero rápidamente descubrió su pasión por la soldadura. Su determinación la impulsó de ser una trabajadora de la construcción a convertirse en la primera mujer soldadora de SDG&E.
Al priorizar la seguridad, Noelya puede sumergirse por completo en su pasión por la soldadura. "ME ENCANTA soldar", dice. "Es una actividad que se mide en crecimiento, habilidades y conocimientos. Implica desafíos que se vuelven más fáciles de superar con el tiempo y, a menudo, resulta terapéutico concentrarse únicamente en la soldadura".
Trabajar con tuberías de gas de mediados del siglo XX la conecta con la historia de la ciudad. "Cada vez que desenterramos una tubería de gas, es como descubrir un trozo de historia. Ves cómo se construyó la ciudad a su alrededor y, además, estás instalando algo que durará muchos años. Es increíblemente gratificante".
Un camino poco convencional hacia la soldadura
Kyla Hagge pasó de la atención al cliente a la soldadura a través del programa de pasantías Introducción a la carrera en construcción organizado por SDG&E y San Diego Workforce Partnership. Como líder de equipo, aprovecha las oportunidades de liderazgo y participa activamente en iniciativas de diversidad e inclusión.
El camino de Kyla hacia la soldadura no fue convencional. Antes de unirse a SDG&E, trabajó en funciones administrativas y de atención al cliente. Su interés por la soldadura siempre estuvo presente, pero mantuvo la paciencia. Cuando finalmente llegó la oportunidad, estaba lista. "Estoy muy contenta de haberme quedado en el departamento de gas y de haber buscado la oportunidad de trabajar como soldadora cuando llegó mi turno", dice.
Convertirse en soldador requería muchas horas, una formación rigurosa y un compromiso inquebrantable. "La escuela de soldadura fue dura, tanto mental como físicamente, pero fue una experiencia sumamente gratificante", reflexiona Kyla. Ella atribuye su éxito a los instructores y al estímulo de sus colegas y mentores. "Mientras estaba en la escuela de soldadura, recibí muchísimos mensajes de texto y llamadas telefónicas de aliento de otras personas de la empresa. Ese apoyo me mantuvo motivada y me recordó el objetivo final".
Como líder de equipo, Kyla ha asumido mayores responsabilidades, aprendiendo las complejidades de los proyectos a gran escala y al mismo tiempo garantizando que su equipo opere de manera eficiente y segura. "A través de estas oportunidades, he podido conocer, aprender y colaborar con muchos empleados que comparten valores similares en el lugar de trabajo", explica.
Juntas, Noelya y Kyla inspiran a las futuras generaciones de mujeres en soldadura, demostrando que con trabajo duro y apoyo, todo es posible.