En un tranquilo rincón del sur de San Diego, apartado del bullicio de la ciudad, un pequeño santuario rebosa de vida. No es un parque ni un zoológico. Es un refugio para abejas, rescatadas de postes, cajas eléctricas y muros por todo el condado. Y en el corazón de esta iniciativa se encuentra un hombre conocido simplemente como Dan, el Hombre Abeja.
La aventura de Dan en la apicultura comenzó hace dos décadas en Escondido, cuando un enjambre de abejas se instaló en su cobertizo. "Era ilegal tener abejas allí", dijo. "La ciudad vino, me dio un tirón de orejas y finalmente me amenazó con ir a la cárcel o con una multa de 2,000 dólares".
Pero en lugar de dar marcha atrás, Dan se inclinó. Un amigo le presentó el arte de eliminar abejas y, desde ese momento, quedó enganchado.
“Con el tiempo la gente empezó a llamarme para pedirme ayuda”.
“Solo quería jugar con abejas e insectos”, dijo Dan. “Pero con el tiempo, la gente empezó a pedirme ayuda. Un día, una anciana me contó que alguien había destrozado su pared y la había dejado con un agujero, y las abejas. Ese fue mi punto de inflexión. Me di cuenta de que si podía ayudar y no lo hacía, sería igual de culpable”.
Hoy, Dan dirige "Salvamos Abejas", una empresa local dedicada a la eliminación y reubicación humanitaria de abejas. Su trabajo se centra tanto en las personas como en los polinizadores.
Una de las colaboraciones más impactantes de Dan es con SDG&E. Las abejas, atraídas por los huecos de los postes de electricidad y las cajas subterráneas, suelen construir allí sus colmenas, lo que crea posibles riesgos de seguridad para los trabajadores y quienes viven cerca. En lugar de exterminar las colonias, la empresa llama a Dan.
Colaboraciones como ésta reflejan un reconocimiento creciente de que incluso esfuerzos a pequeña escala como salvar una colmena pueden tener un gran impacto en el ecosistema local.
“Cuando los equipos de campo de SDG&E necesitan trabajar en un poste o una caja de medidor, entramos”, dijo. “Abrimos la cavidad, retiramos con cuidado las abejas bebés y el resto las sigue. Luego las trasladamos a un santuario que SDG&E ayudó a patrocinar”.
Ese santuario, ubicado en una zona remota de una propiedad de SDG&E, ahora alberga hasta 10 colonias prósperas. Es un lugar donde las abejas pueden recuperarse, reconstruirse y continuar su labor vital: polinizando cultivos, apoyando la biodiversidad y produciendo miel.
La colaboración con Dan es solo un ejemplo del amplio compromiso de SDG&E con la sostenibilidad y la gestión ambiental. Desde el apoyo a los hábitats de los polinizadores y la biodiversidad hasta la inversión en infraestructura de energía renovable y la mitigación de incendios forestales, SDG&E trabaja para proteger los recursos naturales de la región, a la vez que mantiene a las comunidades abastecidas con energía más limpia, segura y confiable. Colaboraciones como esta reflejan un creciente reconocimiento de que incluso esfuerzos a pequeña escala, como salvar una colmena, pueden tener un gran impacto en el ecosistema local.
La conexión de Dan con las abejas va más allá de la biología. Practicante de kung fu desde hace mucho tiempo, considera la apicultura como una extensión espiritual de su formación. "Hay un gran énfasis en la armonía con la naturaleza", dijo. "Las abejas me han enseñado paciencia, consciencia y a centrarme. Se han convertido en parte de mí".
Esa reverencia por las abejas se corresponde con una profunda preocupación por su futuro. En el condado de San Diego, las poblaciones de abejas están al borde de la extinción, afirmó. Los pesticidas, la pérdida de hábitat y las malas prácticas apícolas tienen consecuencias devastadoras.
Pero hay esperanza. El santuario en South Bay es un pequeño pero contundente ejemplo de cómo una intervención reflexiva puede marcar la diferencia. Al monitorear la salud de la colmena y evitar la sobresaturación, Dan se asegura de que las abejas no compitan con los polinizadores nativos. Para Dan, la solución empieza en casa.
Planta un huerto. Cultiva algo que te guste. Cuando las personas reconectan con el origen de sus alimentos, dejan de hacer cosas dañinas. No usarás pesticidas si sabes que tus hijos se van a comer ese calabacín.
Es un mensaje sencillo, pero que resuena entre generaciones. Desde adolescentes que aprenden sobre la polinización en la escuela hasta jubilados que cuidan cítricos en sus jardines, todos tienen un papel que desempeñar. Y gracias a Dan, el Abejista, San Diego rebosa de posibilidades.
"Si no tengo abejas, no consigo aguacates. Y ahí es cuando la gente se da cuenta de que las abejas importan", dijo Dan.
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